La nuestra no es una vocación monástica, sino una llamada a una vida profundamente contemplativa que da sus frutos en la misión. Si los maristas están sintiendo los dolores del envejecimiento o, como el P. Orlando Rojas, SM, en Perú recién ordenado, o como los novicios que se preparan actualmente para la Primera Profesión en enero en Davao, compartimos esta misma vocación marista.