Skip to content

Después de que la llama de la esperanza se encienda en nosotros, puede haber momentos en que corra el riesgo de extinguirse por las preocupaciones, miedos y presiones de la vida diaria. Una llama necesita osígeno para seguir ardiendo y así convertirse en una gran hoguera de esperanza. ‘La suave brisa del Espíritu Santo nutre nuestra esperanza,’

(~ Papa Francisco, “Una luz en la noche – Meditaciones sobre la esperanza.” (Jubileo 2025), Alimentando la esperanza con oración)

Mi alma proclama la grandeza del Señor,
mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
porque ha mirado con beneplácito a su humilde siervo.